La Bohème

«Bancá, voy al baño y vuelvo. Sigan debatiendo hasta que vuelva, ésta no la pierdo. » Les dije levantándome de un debate de cifras y argumentos inventados.
Subí las escaleritas típicas de una casita del delta metidas en ese barcito de tierra firme. Entré a buscar algun indicio de baño y vi unas escaleras al fondo que parecieron ser una apuesta segura.
Mientras encaraba, con dificultad por las pintas que se cobró el debate acalorado, la vi.
Ahí, sentada en la mesa con un fulano que le parlaba a su amiga de los temas banales de siempre, ella con cara de abulia total.
Me miró, quizás porque, quizás porque no, pero me miró. La miré, naturalmente, no hubiera percatado su mirada sino, y seguí mi rumbo hacia las escaleras que prometían un baño en su peldaño más alto.
Entre el primer y el segundo escalón reculé y le dije tocándole el hombro:
«Es muy loco, no? Nos miramos como escaneándonos para ver si había química de entrada. Como si una primer ojeada nos dijera más que una tarotista bien paga.» Ahí cambió su cara de sorpresa por cara de confusión y me di cuenta de que lo de la tarotista no iba para ningún lado.
«Puedo pecar de pedantería, pero siento que me catalogaste. En serio, creo que dijiste: meh, quizás si leyó tal libro, quizás si vió tal película, si escucha ese tipo de música podria ser, si hace aquel deporte puede andar, si es sensible, si es fiel… Porque obvio que pasaste a compararme con tipos anteriores, relaciones que fueron, pibes que fallaron o te dejaron fallar. » Sonrió, no lo podía creer, todavía quería ir al baño y estaba a punto de tirar la toalla, pero sonrió! «Dudo que alguna vez te hayan encarado así, con un monólogo que produjo el silencio de tu amiga y el pibe éste, por lo descomunalmente bizarro. Sé que en el fondo buscas una novela, quién no? Sé que querés ver magia en un primer encuentro, que te saque de lo rutinario y te prometa magia con los ojos. Bueno, acá vengo a proponerte eso.»
Sonrió, pero distinto, como desafiante. A punto de tirarme un argumento que me iba a desbaratar todo lo que venía diciendo, entonces me apuré a ser todavía más berborragico. «Soy un tipo sensible, mas fiel que perro callejero rescatado, me gusta leer de todo, fanatico del cine, música escucho lo que venga, vivo buscando aventuras que ya no se ven más que en novelas de piratas. No te digo mi nombre porque no me define, pero tampoco quiero saber el tuyo. Sólo quiero que pienses muy bien tu primera línea y que así me hagas saber si tengo que seguir viaje o encontré a quien llevar hoy a su casa». Jugado. Delirante como nunca. Ridículo como pocas veces visto.
Expectante.
Se mordió el labio y miró para un ángulo como pensando qué decir. No sé si pasaron cinco segundos o tres milenios, pero finalmente me miró.
Sonrió una vez más.
Inhaló y dijo: «Viste qué dificil es silbar con los labios secos? Hay un lindo clima para silbar, ni muy humedo ni muy seco, con mojarte los labios una sola vez podés hacer un tema entero.» Me reí en voz baja agachando la cabeza, sabiendo que su respuesta era mejor de lo que esperaba. «Algo tienen los abuelos, silban mucho mejor que los veinteañeros, viste? Como que es un instrumento que añejado suena mejor y cada cual es su propio luthier.»
No podía creer, ni ganas de ir al baño. La pareja que escuchaba atentamente nuestro delirio no me sacaba los ojos de encima.
Asique acoté: «Viste que a medida que pasan los años te vas encontrando con gente que tuvo más y más relaciones, y te ves compitiendo contra tal fantasma o tratando de no ser como tal otro. Bueno, te propongo que salgamos a esa mesita de afuera, nos pidamos y una pinta cada uno y nos olvidemos de todo. Yo fumo, algún defecto tengo que tener, pero hago buenos agujeros de humo, que son claves para contemplar en los silencios.»
Ya no sabía bien a dónde iba mi charla, como que hablarle ya estaba fuera de mis expectativas y esto me excedía de sobremanera.
Por suerte mostró interés y se la jugó casi susurrando: «En vez de mesa, salgamos a caminar. Todos tenemos vicios, los míos no hacen formas en el aire, pero tienen su encanto también. Y las pintas, vivo a dos cuadras, te las cambio por un café al desayuno.»
Siempre creí que una chica tan directa me hubiera intimidado, pero le agarré muy suave la mano y, estirando mi cuerpo hacia la puerta le dije muy calmo: «Vamos?»
De la mano, sin habernos dicho todavía nuestros nombres, caminábamos a paso lento comentando los charcos, las luces tenues, las conversaciones en murmullo de fondo. Magia, magia por todos lados.
Siempre dije que enamorarse es una elección, cuando es de a dos es más divertido.
Lo nuestro fue una promesa implícita de que era algo en serio y perdurable. Tan perdurable como un enamoramiento juvenil. Tan perdurable como lo efímero.
Así dimos con su cama, un y otra vez. Hubo risas, carcajadas, planteos, gestos espontáneos. Hubo.
«Porque no es eterno, es que es tan lindo enamorarse, lo lindo no perdura.»
Eso fue lo último que me dijo mientras se iba el mozo con la cuenta paga de nuestro último café.

#BerenjenoInks #SaubiTintaypluma

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